martes, 25 de noviembre de 2014

Gorda es un insulto

Siempre me pasa cuando estoy al volante: una bestia tremenda se apodera de mí. Soy de esas mujeres que insultan, que siempre piensan que van a hacer mejor que los demás las maniobras, según mi marido, insoportables, porque no hago 200 metros y ya estoy puteando....
Hoy, volviendo del trabajo, venía manejando muy bien (dejando aparte toda humildad!) y de repente, paro a cargar combustible. Como estoy en plan de cuidarme, me compro un turrón, porque tenía hambre, que tiene solamente 99 calorías, lo que lo hace equivalente a comerme una manzana chica, pero con mucha más onda. En la misma estación, había una camioneta con cuatro hombres de unos 40/50 años. Y los recuerdo, porque venían escuchando música fuerte, una música horrible, muy fea. No importa. Avanzo en el camino, y me los encuentro en un semáforo en rojo, y mientras espero, comiendo mi turrón, lo veo que me mira, y largo uno de mis insultos, que fue feo, no voy a decir que no, entre su cara burlona y la música, le dije negro cabeza. (acá en Argentina es insultante, sobre todo porque indica una pertenencia a una parte de la población que casi nadie quiere.....). No sé si me leyó los labios o qué, pero el infradotado me empezó a gritar goooooooooooorrrrrrrrrrrrrda (así, con muchas erres) y no sé que cosa más. Intenté ponerme al lado, para lanzar uno de esos improperios irrepetibles que se me ocurren al volante, pero se escaparon. En otra época de mi vida, el insulto me hubiese hecho llorar. Me dio bronca, por supuesto, sobre todo por no poder replicar. Pero pensaba, cuan cagada tengo mi cabeza, y cuan cagada tiene la cabeza toda la gente: decirle a un tipo de cierta edad que es un negro cabeza, es feo, y se que aunque vuelva a nacer 30 veces es posible que no lo pueda cambiar, va más allá de su deseo. Yo podré cambiar mi condición de gorda? Qué me hubiese dicho ese infeliz si en vez de un turrón estuviese comiéndome una porción de torta? Y después de todo, qué carajos me importa a mí si él es un cabeza  y que le importa a él si yo soy gorda?
Ahí entiendo que somos todos una bola de idiotas, que el viento mueve para un lado y para otro, estúpidos que nos sentimos mejor insultando al otro por no soportar nuestra propia miseria. Tristísimo.
Prometo meditar antes de volver a insultar a alguien, aunque sea por lo bajo.
Lo que no puedo prometer es quedarme en mis cabales si me lo vuelvo a cruzar, se va a arrepentir de haberse metido con una gorda. Es que a mi se me puede pasar la gordura, y puedo luchar contra mi estupidez, porque tengo la intención. Ahora, si a los 50 años vas gritando por la ventana de un auto, a una mujer sola, tu pelotudez es casi infinita, y es más difícil de solucionar que una ecuación integral......
Suerte con eso, nardo!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario