viernes, 18 de abril de 2014

Intentando no claudicar

Un viernes santo extraño, haciendo todas esas cosas que nunca puedo. Con frío, andá a saber porque. Arranqué la mañana como el culo de un mandril paspado, comiendo unos bocaditos con chocolate con culpa. Error número uno al empezar el día. Y ya estaba entrando en ese estado desesperante del gordo que tímidamente bajó un par de kilos y ante el menor contratiempo larga todo a la mierda. Ya se ve en los post anteriores, que esto no es para mi, que voy a buscar otra cosa, bla bla bla.
Y porqué no va a ser para mí, si funcionó para una cantidad de pelotudos sin voluntad como yo, y para otros, y para casi cualquiera que lo haya hecho? Otra vez tomando el atajo que me lleva al medio de la mierda. Apenas me tocó almorzar, recompuse las cosas. Tartita de brócoli, una porción chiquita, con agua saborizada y coraje para seguir adelante. Estuve toda la tarde haciendo esas cosas que nunca tengo tiempo y tampoco quiero hacer, pero que son necesarias. Me deschaveté en un momento, y me puse a pintar el balcón! Dios, no quiero ser pintor, está clarísimo. Me duelen los brazos, contará como ejercicio? Pero el balcón quedó divino!!!!! Como tenía tanta hambre, me hice un licuado de banana con leche y edulcorante, más grande de lo que permite el gurú, pero dentro de lo permitido. Quedé nueva, hasta la cena. Veremos como sigo con la comida, y veremos si sostengo este nuevo comienzo, un viernes santo, con peligro de huevos de pascua y roscas, que no voy a comprar, pero que siempre aparecen de algún lado.
Y ahora, a luchar con otra de los que son mis enemigos caseros: la imnunda plancha. Paso a paso, prenda a prenda, hoy le gano al Everest de ropa que tengo en el sillón!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario