Hace hoy cinco años que te fuiste. En medio de mares de sangre, dolor, flaquito, siendo casi la mitad del hombretón alto y de manos enormes que fuiste siempre. Hace cinco años creí que me moría del dolor, de la bronca, del desconsuelo, del miedo. Muchísimo miedo, de que cuando te hayas ido de este cuerpo, se abra una oscuridad inmensa, que no haya nadie querido por ahí para esperarte, porque siempre te gustó estar con tu gente, con tus pollitos, aunque ya estuviésemos siendo gallinas viejas con la carne dura. Siempre fuiste un superhéroe para mí. El que iba a solucionar todo, aunque fuese imposible. Siempre me enseñaste a trabajar por lo que quería, siempre entendí tu enorme capacidad de hacer cosas que otros no podían, como hacerte cargo de tu madre y tu hermana cuando eras un pibito de 23 años. Siempre fuiste coqueto, a pesar de que a veces te vestías como el culo, como cuando me recibí, con unos zapatos de adolescente y traje! Hoy entiendo que tenías que irte, porque resististe demasiado por todos y cada uno de nosotros. Porque ese cáncer de mierda nos robó tiempo, nos quitó años de verte envejecer, de compartir cada vez más cosas, porque nos acercábamos a ser adultos y entendimos mucho más de todo lo que hiciste. Hoy tengo menos miedo que ayer de morirme, porque sé que vas a estar ahí, porque renaciste en otra parte y estás bien. Lo único que quiero con el alma es no hacerte de escollo, sufriendo porque no estás acá en cuerpo. Quiero que seas plenamente feliz, donde estés, y que te quedes tranquilo, porque cada día falta menos para reencontrarnos.
Estoy orgullosa de que hayas sido mi viejo, de que me hayas enseñado tantas cosas, de que me hayas amado tanto, y de que lo sigas haciendo. Te extraño todos los días, y no pasa uno en que no piense en vos. Gracias Pá, gracias por hacerme feliz siempre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario