jueves, 25 de septiembre de 2014

La murga de la Virgencita

El 4 de octubre llega una de las fechas que espero todos los años. No es siempre el cuatro, pero es el primer sábado de octubre, cuando voy a ver a mi adorada Virgen de Luján. Qué pasará este año? Aguantaré? Llegaré caminando o quedaré en el camino? Vengo caminando hace rato, pero esto es otra cosa. Son 60 kilómetros donde uno se hace todo tipo de preguntas, inclusive, en algún momento surge la duda: porqué vine? Cuando el dolor se hace fuerte, cuando cae la noche y el cuerpo tiene frío, y sueño y todo junto, se pone difícil. Cualquiera que haya ido, sabe que en Rodríguez la cosa se pone feucha. Pero siempre me pasa lo mismo, llega la fecha y quiero ir. Quiero estar ahí. Me espera, y yo espero verla, llegar aunque sea sufriendo para ver su carita negra, su trajecito celeste, y llevarle todas las gracias, todas las penas, todo lo que uno es, después de 60 kilómetros sobre sus patitas, y regalárselo. Una vez vas, porque prometiste algo. Después es imposible no sentir las ganas de estar ahí, y de llegar, para encontrase con ella y con miles, que van igual que uno, a pedir, agradecer, a cumplir, o a estar sencillamente.
Estoy ansiosa, tengo miedo, porque sé que mis pies se quejan cuando camino. Espero que la puta ortopedia termine mis plantillas, que van a hacer que todo sea un poco más fácil. Estoy en camino Virgencita, aguantame que aunque sea renga, o en bondi, voy a llegar!

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