El domingo pasa muy rápido. Es un día bisagra, donde se
termina la libertad de hacer lo que uno quiere, y comienza una ola de
obligaciones que a veces puede atravesarse sin grandes sobresaltos y otra es un
tsunami lleno de mierda que lo deja a uno tirado a varios kilómetros de la
costa, sin saber para donde correr. Todos los domingos, a eso de las 6 de la
tarde, la angustia anticipatoria del lunes comienza. Preparar las cosas para
que tempranísimo, el lunes no haga estragos en uno y nos demos cuenta de que fuimos
a la oficina con una media de cada color, o con el pelo de los ochenta, para
todos lados (lo del pelo es casi inevitable porque mi último corte no responde
a las leyes de gravedad).
Podría afirmar que los domingos son los días que tienen las
noches más odiosas: se acerca lo inevitable, comenzar la semana y ver las
mismas caras, resolver los mismos problemas, escuchar los mismos chistes sobre el manejo de las mujeres (hacia
adelante van a 160 km/h, y hacia atrás no saben manejar), y todas esas cosas
que me tienen hinchada los huevos que no tengo. Cosas que pasan.
El fin de semana alimenticio, a raíz de el tole tole
estomacal de mi marido fue tranquilo. Salvo porque siento que engordé 300
kilos, la balanza no se movió. Anímicamente, tengo ganas de irme a la mierda y
dejar todo esto atrás. Que agarremos una mochila y nos vayamos de tanta cosa
que está lastimándonos en el cuerpo, lo que significa que la mente ya debe
estar al borde de un abismo sin retorno. A pesar de la buena voluntad, y de
todas las estrategias budistas que podamos implementar, la vida va dejando
marcas y molestias que se vuelven crónicas, los momentos de descanso son cada
vez más lejanos, y la gente por la que uno hace estas cosas no toma nota de que
es por ellos, y rompe las pelotas. Me enojo y no puedo desenojarme, y ese
estado no es recomendable. Cómo hacerlo posible, como irse sin lastimar a
nadie, pero desaparecer y que se vayan todos a la bosta? Estamos en un momento
de la vida, donde necesitamos decidir para donde vamos a movernos, que queremos
hacer de nuestro futuro, querremos tener un hijo algún día? Y todas estas cosas
que pasan, se transforman en un yunque que nos ata a un lugar que no queremos,
a hacer cosas que no queremos, esfuerzos al pedo porque no son valorados. Nuestro
país no acompaña, y cuando deberíamos estar bien, estamos otra vez como Adán y
Eva, con una hoja de parra y tapándonos las partes con las manos…….
Mal día el domingo para sacar conclusiones, y menos para
tomar decisiones. Aguantemos un poco, y veremos que depara el destino, a veces
a pesar de que pongamos todas las fuerzas en algo, es otra cosa la que debe
suceder. Veremos.
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