jueves, 19 de junio de 2014

Superplan

La previa a un día no laboral siempre implica una cantidad enorme de planes que sin ninguna duda son incumplibles. A saber: dejar la casa impecable, cocinar rico para mi marido, laburar en la consultora, pintar un cuadro, hacer ejercicio, coser alguna ropa, leer un poco del libro que tengo colgado, ver alguna peli, etc, etc, etc……
En vez de administrar el tiempo como un ingeniero, lo hago como un minion; sin pensar. Y ahí comienzan las frustraciones, porque planeo tanto, y termino haciendo lo que humanamente me permite el tiempo kantiano, y a la mierda, angustia de nuevo. De todas formas es un vicio que con el tiempo va pasando. No sé si es una especie de resignación, si es experiencia o como mierda debo decirle. Es tan sencillo como eso. Resigno algunas cosas para hacer otras. Entiendo que no todo puede estar comandado por mí, como si fuese Vadder, y me digo que la fuerza esté conmigo. Hoy después de la maratón del título quería hacer algo productivo. Pero respiré hondo, y me dormí una hermosa siesta, tan lindas en invierno para dormir con los pies juntitos y todos abrazados, disfrutando del mutuo calor. Impagable.
A veces resignar algunas cosas, implica ganar en otras, aunque en un principio, uno no lo registre. Y a veces, como en una dieta, darse esos permitidos nos deja seguir adelante con otras cosas que son las que realmente importan. Está garantizado, eligiendo, siempre vamos a ganar algo. Y sea bueno o malo lo que venga, es el camino hacia algo más grande que queremos, aunque todavía, no nos hayamos dado cuenta.


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