La previa a un día no laboral siempre implica una cantidad
enorme de planes que sin ninguna duda son incumplibles. A saber: dejar la casa
impecable, cocinar rico para mi marido, laburar en la consultora, pintar un
cuadro, hacer ejercicio, coser alguna ropa, leer un poco del libro que tengo
colgado, ver alguna peli, etc, etc, etc……
En vez de administrar el tiempo como un ingeniero, lo hago
como un minion; sin pensar. Y ahí comienzan las frustraciones, porque planeo
tanto, y termino haciendo lo que humanamente me permite el tiempo kantiano, y a
la mierda, angustia de nuevo. De todas formas es un vicio que con el tiempo va
pasando. No sé si es una especie de resignación, si es experiencia o como
mierda debo decirle. Es tan sencillo como eso. Resigno algunas cosas para hacer
otras. Entiendo que no todo puede estar comandado por mí, como si fuese Vadder,
y me digo que la fuerza esté conmigo. Hoy después de la maratón del título
quería hacer algo productivo. Pero respiré hondo, y me dormí una hermosa
siesta, tan lindas en invierno para dormir con los pies juntitos y todos
abrazados, disfrutando del mutuo calor. Impagable.
A veces resignar algunas cosas, implica ganar en otras,
aunque en un principio, uno no lo registre. Y a veces, como en una dieta, darse
esos permitidos nos deja seguir adelante con otras cosas que son las que
realmente importan. Está garantizado, eligiendo, siempre vamos a ganar algo. Y
sea bueno o malo lo que venga, es el camino hacia algo más grande que queremos,
aunque todavía, no nos hayamos dado cuenta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario