Como todo lo bueno, y en realidad, como todas las cosas de la vida, se tiene que terminar. Hoy emprendemos la vuelta, y de verdad que no podemos quejarnos de nada. Tuvimos dos días geniales, hoy el tiempo amaneció horrible, llueve no tanto, pero no tan poco.
De verdad que estuvo genial el viaje. Hubiese sido diferente si veníamos todas seguramente, pero estuvo hermoso, nunca hablamos tanto, pero tanto tiempo, de tan variados temas. Hacía años que no caminábamos sin parar, y sin la presión de llegar a ningún lado, como cuando teníamos 15. Hace un millón de años que no recordábamos cosas de tan tan lejos, y de verdad que hizo bien. Tengo mucha suerte de tener una amiga como Martita, estoy feliz de que esté en mi vida y de que yo esté en la suya. Nos reímos mucho de la ternura que le generaba cada bebé que veía, extrañando a su hija. Pero se portó como una campeona, sin dudas, no sufrió mas que lo lógico, y hoy ya vuelve a ver a su beba. Yo estoy feliz, porque vuelvo a casa, y porque mi marido va a estar esperándome. Lo dije antes, y lo repito, tenemos suerte. Estaría buenísimo hacer uno de estos viajes por año, sé que va a depender de que yo me organice, y trataré de hacerlo. Hacen bien al alma. La comida no estuvo tan bien, pero tampoco tan mal. Veremos que dice mi amiga la balanza hoy cuando lleguemos. Me siento feliz, desconectada de la rutina, me siento rica: tengo una amiga espectacular y el amor más grande del mundo esperándome en casa.
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