Es esencial que cuando llueve uno tenga un lugar cálido y feliz a donde volver. La gente que carece de este tipo de refugio, suele sufrir mucho la caída de agua sin parar como la que experimentamos hoy. Es cruel.
Es ideal volver a esos brazos que nos cobijan a pesar de la humedad y del frizz sin fin, de ese estado pegajoso e insoportable que tiene la lluvia. Es necesario y vital el lugar seguro, seco y lleno de amor, de la forma que este tenga. Pobrecitos los que siguen empapados en la bosta húmeda, a pesar de llegar a casa.
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